Ecuador adopta el ‘noboísmo’ como respuesta a la violencia
Luego de que el mes pasado el presidente de Ecuador declarara la guerra a las bandas criminales, soldados con rifles de asalto han inundado las calles de Guayaquil, una ciudad de la costa Pacífico que ha estado en el epicentro de la espiral de violencia del país, un fenómeno que ya lleva algunos años.
De los buses y los autos hacen bajar a los hombres, en busca de drogas, armas y tatuajes de pandillas. Patrullan las calles para hacer cumplir un toque de queda nocturno. La ciudad está ansiosa, sus hombres y jóvenes son posibles objetivos de soldados y oficiales de policía que tienen la orden de derribar a las poderosas bandas que se han aliado con los carteles internacionales para convertir a Ecuador en un centro del comercio mundial de drogas.
No obstante, cuando los soldados pasan, mucha gente aplaude o les muestra el dedo pulgar en señal de aprobación. “La mano dura la aplaudimos, la celebramos”, dijo Aquiles Alvarez, alcalde de Guayaquil. “Ha ayudado a tener paz en las calles”.
A principios de enero, Guayaquil fue azotada por una ola de violencia que podría ser un punto decisivo en la prolongada crisis de seguridad del país: las bandas atacaron la ciudad luego de que las autoridades tomaron medidas para recuperar las cárceles ecuatorianas, que estaban en su mayoría bajo el control de los grupos delictivos.
Hubo secuestro de policías, detonación de explosivos y, en un episodio emitido en vivo, una decena de hombres armados tomaron una televisora importante.
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