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Colombia enfrenta un nuevo problema: demasiada cocaína

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Durante décadas, una industria ha sostenido al pequeño y remoto pueblo colombiano de Caño Cabra: la cocaína.

Quienes viven en esta comunidad del centro del país se levantan temprano casi todas las mañanas para recoger hoja de coca, raspando ramas quebradizas, a veces hasta que les sangran las manos. Después, mezclan las hojas con gasolina y otros productos químicos para fabricar ladrillos blancos de pasta de coca.

Pero los aldeanos dicen que, hace dos años, ocurrió algo alarmante: los narcotraficantes que compran la pasta de coca y la convierten en cocaína dejaron de aparecer. De repente, esa gente que ya era pobre se quedó sin ingresos. La comida empezó a escasear. Se produjo un éxodo a otras regiones de Colombia en busca de trabajo. El pueblo pasó de tener una población de 200 a 40 habitantes.

El mismo patrón se repitió una y otra vez en comunidades de todo el país en las que la coca es la única fuente de ingresos.

Colombia, el nexo mundial de la industria de la cocaína, donde Pablo Escobar se convirtió en el criminal más conocido del mundo, y que sigue produciendo más droga que ningún otro país, se enfrenta a cambios tectónicos producto de las fuerzas nacionales y mundiales que están cambiando la industria de la droga.

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